El sarampión vuelve a circular en la Argentina
Confirmaron un brote de sarampión en el país. El caso reactiva las alertas epidemiológicas y refuerza la necesidad de sostener altas coberturas de vacunación.
¿Qué está sucediendo con el sarampión?
Se encuentran en curso tres brotes de sarampión en el país, dos de los cuales se localizan en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). El Ministerio de Salud de la Nación informó en su Boletín Epidemiológico Nacional, correspondiente a la semana del 4 al 10 de mayo de 2025 (que es el último disponible), la detección de 29 casos confirmados de sarampión correspondientes a estos brotes. Los casos se dieron en niños y adultos. De ese total, 17 corresponden a la provincia de Buenos Aires, 11 a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 1 a la provincia de San Luis. Dos de los casos requirieron internación por complicaciones respiratorias (neumonía), mientras que los restantes fueron tratados de forma ambulatoria. Todos los pacientes evolucionaron favorablemente.
Distribución geográfica de los casos confirmados de sarampión a nivel subnacional (en amarillo) en la Región de las Américas, 2025 (hasta la SE 16)

El dato resulta relevante considerando que Argentina logró eliminar la circulación endémica del virus en el año 2000, en el marco de una estrategia regional coordinada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). El actual brote reaviva la importancia de sostener altas coberturas de vacunación y vigilancia epidemiológica activa.
Los brotes en curso se originaron a partir del ingreso de viajeros provenientes de países con circulación activa de este virus como Rusia, Tailandia y México. Esto se explica en parte teniendo en cuenta que, según los datos aportados por la Organización Panamericana de la Salud, solo en la Región de las Américas en el 2025 se notificaron 11 veces más casos de sarampión respecto del año 2024. Los brotes más extensos se encuentran en Canadá, Estados Unidos y México. En estos dos últimos países también hubo fallecidos por esta enfermedad.
La actual situación epidemiológica reaviva la importancia de sostener altas coberturas de vacunación para la prevención y una vigilancia epidemiológica activa con rápida capacidad de respuesta para el control. La prevención y el control de esta como otras enfermedades que han demostrado capacidad de generar brotes o epidemias, constituyen medidas de salud pública que deben estar disponibles en todo el territorio y sostenidas por personal capacitado, equipamiento, laboratorios públicos de diagnóstico, sistemas de información, entre otros recursos técnicos, para minimizar el impacto sobre la salud de las personas.
¿Qué es el sarampión?
El sarampión es una enfermedad viral aguda altamente contagiosa, provocada por un virus de la familia Paramyxoviridae. Puede afectar a personas de todas las edades, aunque reviste mayor gravedad en niños menores de 5 años, personas desnutridas y pacientes inmunocomprometidos. Las complicaciones más frecuentes incluyen neumonía, diarrea severa, encefalitis e incluso la muerte.
El virus se transmite por vía aérea, a través de gotitas expulsadas al hablar, toser o estornudar. Puede permanecer en el aire o en superficies hasta dos horas, lo que facilita su propagación. El período de incubación oscila entre 8 y 12 días, y los síntomas iniciales incluyen fiebre alta, secreción nasal, conjuntivitis y, en algunos casos, manchas blancas en la mucosa bucal (manchas de Koplik). A los pocos días aparece un exantema (sarpullido) que comienza en cara y cuello, y se extiende al resto del cuerpo.
Es importante destacar que es contagioso desde 4 días antes y hasta 4 días después de la aparición del sarpullido.
No existe un tratamiento antiviral específico para el sarampión. La mayoría de los casos se resuelven de forma espontánea en dos a tres semanas, pero las formas graves pueden requerir internación y cuidados intensivos.
A pesar de que la enfermedad es prevenible mediante vacunación, sigue siendo una causa importante de mortalidad infantil en el mundo. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la vacunación evitó alrededor de 17,1 millones de muertes entre los años 2000 y 2014, logrando una reducción del 79% en las defunciones por sarampión a nivel global.
Ilustración sobre el descenso de muertes gracias a las políticas de vacunación

La importancia de la vacunación
El sarampión es una enfermedad de muy difícil control en contextos de bajas coberturas de vacunación. Es prevenible con la vacunación y la protección de una comunidad requiere del sostenimiento año a año de altas coberturas de vacunación que ronden el 95%. De esta forma se limita la población susceptible al virus y se contribuye a reducir su circulación.
Las vacunas contra el sarampión se encuentran incluidas en nuestro Calendario Nacional de Vacunación actualmente la vacuna Triple Viral (que protege contra Sarampión, Rubéola y Parotiditis) se aplica a los 12 meses (primera dosis) y a los 5 años (segunda dosis) para completar el esquema. Es decir, todos los niños mayores de 5 años, adolescentes y adultos deben contar con al menos dos dosis de vacuna con componente contra sarampión y rubéola (doble o triple viral), aplicadas después del año de vida.
Pese a su disponibilidad en los vacunatorios públicos, las coberturas de vacunación se mantienen bajas, por debajo del 95% de seguridad hace más de 5 años. Esto es variable entre los territorios, dejando áreas más vulnerables. Si bien la vacuna Triple Viral se encuentra hace tiempo en el Calendario Nacional de Vacunación y disponible en los vacunatorios, en 2024 y 2025 se registraron múltiples intermitencias en su provisión por parte del Gobierno Nacional lo que afectó tanto la oportunidad como la capacidad del sistema para sostener estrategias de recuperación de coberturas.
¿Cuál es la respuesta estatal ante estos brotes?
El control de brotes de sarampión requiere de acciones de salud pública coordinadas que incluyan respuesta rápida ante casos detectados de bloqueo con vacunación, búsqueda de contactos y campañas de vacunación focalizadas que refuerzan la inmunidad de la población menor de 5 años, la más vulnerable a la enfermedad.
Ante la detección de los brotes, el Ministerio de Salud de la Nación distribuyó 450.000 dosis de la vacuna doble viral (sarampión y rubéola) en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), como parte de una estrategia focalizada para contener el brote. Esta medida se enmarca en el plan nacional de vacunación acordado en el Consejo Federal de Salud (COFESA) con las carteras sanitarias provinciales, siguiendo las recomendaciones de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn).
La campaña está destinada a niñas y niños de:
- 6 a 11 meses: aplicación de una dosis “cero”, adicional al esquema habitual.
- 13 meses a 4 años y 11 meses: refuerzo de la inmunización, incluso si ya recibieron una dosis previa.
Las autoridades insisten en la necesidad de completar esquemas, revisar libretas sanitarias y acudir a los centros de salud para recibir la vacuna, que es gratuita y obligatoria en todo el país. Sin embargo, resulta problemático que la estrategia se limite al AMBA, cuando ya se han registrado casos en otras jurisdicciones, como la provincia de San Luis. Esta concentración territorial podría generar inequidades en el acceso a la vacuna y limitar la eficacia de la respuesta sanitaria a nivel nacional.
Reflexiones finales
Los brotes en curso de sarampión representan una alerta sanitaria que pone en evidencia la importancia de sostener políticas públicas de vacunación robustas y una vigilancia epidemiológica activa con capacidad de respuesta rápida. La circulación activa en varios países, particularmente en la región, constituyen un riesgo de reintroducción en todo el territorio que requiere el planteo de estrategias de carácter amplio.
Es imprescindible un abordaje integral, basado en la coordinación efectiva de todos los niveles del sistema de salud —nacional, provincial y local— junto con una fuerte rectoría del Estado nacional. Esta rectoría debe garantizar la equidad en el acceso a la vacunación, la provisión oportuna de insumos, la capacitación continua del personal sanitario y la articulación de políticas sanitarias homogéneas en todo el territorio. Solo a través de una acción conjunta, organizada y con rectoría nacional será posible evitar retrocesos en los logros alcanzados en materia de eliminación y control de enfermedades transmisibles.
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